jueves, 18 de junio de 2009

"Ras le bol"


[Ras le bol = en francés arras de bol, hasta el moño.]

Menos mal que no me he casado.

Resumiré mi experiencia lanzando una pregunta. ¿Cómo puede ser que en el siglo XXI existan hombres de muy buen estatus social-económico-cultural con un machismo irracionalmente orgulloso y capaces de levantarle la mano a una chica de 26 años sin ninguna razón, repito, sin ninguna razón?

No llegué a ver mi vida pasar por delante de mis ojos, más que nada porque ya estaba corriendo cuando su brazo se elevó más allá de lo que mi vista podía alcanzar. Y menos mal que, al menos, estaba vestida. Sino, me daba igual.

- ¿Pero cómo no te diste cuenta antes? - me dicen mis amigas. Me dí cuenta, desde el primer día vi que era un maltratador psicológico con tendéncias psicóticas. El tío quería atarme, rematarme y hacerme sufrir. Decía que era la mujer de su vida, la niña de sus ojos, que nos íbamos a casar, a casar en el Caribe. Y yo me reía, me lo tomaba a guasa. Pero no era broma. Como que sus humillaciones en público tampoco lo eran. Y tampoco lo eran, evidentemente, mis rebotes. No me considero una persona de "numeritos" en público. Si algo se tiene que hablar, ya sea en el tono que sea, puede esperarse a estar en casa. Pero cuando me pican, me rasco con las uñas afiladas.

Le dí una oportunidad, eso es. Joder... a quién no le gusta que le digan "amor, mi vida, cielo, bombón, princesa de mis sueños, reina de mis alegrías...". Vale, sí... la mitad eran mentira (o no).

Pensaba en Olivier cada vez que me penetraba. Cuando lo tenía en mi oreja, jadeando, cerraba los ojos y veía a Olivier susurrándome esas obscenidades que tanto nos gustan. Y cuando se acababa corriendo encima de mi barriga, enseguida me levantaba y corría al baño para limpiarme. Con Olivier, ¿levantarme? ¿correr? ¿a dónde? estar en la cama, notarlo a mi lado, sin tocarlo, y con su orgasmo en mi piel era el único sitio en el que quería estar. Pero con el maltratador era el último.

El sexo con un maltratador psicológico es aburrido. No saben cómo se toca a una mujer. Es totalmente cavernícola y el mejor momento para mostrar su absoluto poder sobre la mujer. Hay más palabreo que movimiento. Muchos: "uf nena que buena estas... te voy a reventar... mira como te muevo... mira que pequeña eres entre mis brazos... hago lo que quiero contigo... así mi amor... quiero que te corras... te voy a reventar... te voy a reventar... te voy a reventar..." ¡Cállate coño y reviéntame! Pues no. Mucho de boca y poco de polla.


Ayer ví a Olivier. Necesitaba verlo. Contárselo, compartirlo. Y acabamos en la cama. Hasta las 6 de la mañana. Tocándome como se toca a una mujer. Nadie como él sabe cómo hacerlo. Esta mañana no he ido a trabajar. Hemos desayunado huevos revueltos, café y un baile.




Mi nueva plantita en mi nuevo salón de mi nuevo piso
Barcelona