lunes, 28 de marzo de 2011

Jamás sabremos drogarnos


Sábado 6 de la madrugada. Nos vamos de after por Barcelona.
Los moritos me miran desde las esquinas de la plaza. Se nos acerca uno, Yamal, joven, simpático. Le pedimos MDMA, no tiene pero nos consigue algo. Arrinconadas en un portal negociamos con él. A lo lejos se acerca un hombre con camiseta negra, pantalón negro, americana negra y sostiene una cerveza y un porro. "Vamos a ver... proceso reglamentario, enseñarme los DNIs, nos dice". Yo veo mi noche pasar en un segundo: arrestada por comprar droga que, al fin y al cabo, es sólo Gelocatil troceado. Ahí estoy yo, en el cuartelillo de Nou de la Rambla, son las 10 de la mañana, y espero a que llegue mi hermana para pagar la fianza y liberarme de mi cautiverio. Pero no. El morito se lo mira de arriba a bajo y se va con mi chica a negociar. Yo me quedo con el supuesto policia y entablamos una conversación muy adecuada a la situación: "¿nunca te has follado a una estatua?" me dice. "Yo me miro al espejo y me toco. Y si toco a una estatua es como si me estuviese tocando a mí. Fóllate a una estatua, está muy bien", me insiste.

Nos reunimos las tres chicas en la calle con él. Nos prepara unas rayas sobre su cartera de piel marrón. En pleno Muntaner sur nos metemos ese polvo blanco y volvemos al local a beber CocaCola. El señor que se folla las estatuas nos acompaña. Bailamos sin sentido y hablamos de drogas, sexo y acohol. "Disfruta del colocón", me dice antes de darme un beso en el cuello. Lo mismo hace, un par de segundo después, a Sofia, y le besa en el hombre. Y desaparece entre hombres sedientos de hombres y hombres con tetas de plástico y falos de 20 centímetros.

Seguimos con nuestras copas y nuestros movimientos de brazos. "Esto no me sube", pienso. Sí, definitivamente es Gelocatil. Mi amiga se acerca a un chico. Hablan y la veo cómoda. Me lo presenta. Un poeta que había quedado con una chica pero ésta no se presentó. Así que sólo le quedaba un gramo de cocaína y nuestra compañía. El poeta se parece al doctor House. Salimos a la calle, ya es de día, lloviznea, no hace frío. Nos sentamos en el portal de un garaje. Nos prepara unas rayas con su droga y repetimos la acción. Los billetes de 10€ son más cómodos para enrollar que los de 20€. Algún día lo haré con uno de 500€, y me creeré Paris Hilton, o Lindsay Lohan, o Kate Moss.

Volvemos al local. Repito de CocaCola y me acerco a mi chica. Tiene la piel suave, los labios calientes y su mirada se le va a mi escote. Nos besamos, la gente nos mira, mi amiga aplaude. "Vámonos", decimos. Y volvemos a la calle. Llueve. Luz. Corremos hasta Gran Vía. Nos refugiamos bajo el toldo de un bar. Hay gente dentro, desayunando, tomando el primer vermouth de un domingo cualquiera. Son las 9 de la mañana. Cogemos un taxi y llegamos a casa en siete minutos. Nos ponemos en pijama y encendemos la tele. Ella deja la Fórmula 1 mientras yo lío un porro. "¿Esto nos ha subido?", me pregunto. "Qué niñatas somos... jamás sabremos drogarnos", le digo.

F1, gran premio de Australia
10:00 am

jueves, 24 de marzo de 2011

Esperar

Después de comer me entra frío. Me congelo. Siento escalofríos por la espalda que me dejan las manos heladas. Me recojo, cual gato en su almohada, y espero a que acabe la digestión.


Esperamos a que el café esté listo. A que la leche se caliente en el microondas. Esperamos el metro. Y yo espero no encontrarme con algún "músic del metro" con ganas de triunfar. También espero a que el semáforo de ponga verde. Espero que la quiche se haga en el horno. Y espero que mi chica se acabe el cigarrillo para cenar juntas, mientras esperamos a que acabe la publicidad para seguir viendo la cutrepeli. Suelo esperar mails, nada importante, pero los espero. Como también mensajes, odiosos twitts o whatsups. Espero dulcemente mientras mi chica se quita la camiseta. Espero al orgasmo, desgarrador, que atraviesa mi cuerpo.
Y siempre la espero a ella. Pase lo que pase, la espero.

Timbres
Lisboa, Portugal

lunes, 21 de marzo de 2011

Apesar de lo que digan...

... yo ya noto la primavera en mis entrañas.



El Guincho
"Bombay"

jueves, 10 de marzo de 2011

Mi chica me ha pillado

No, masturbándome no, eso ya lo hace casi cada día. Me ha pillado aquí. En mi blog.
Me considero una persona muy discreta, insinuante y cuidadosa con lo mío. Pero sea por lo que sea, me dejé abierto el blog el domingo pasado.


Ahí estaba yo, realizando mi sesión de "chochoplanismo" (véase, apalancamiento total de tal manera que la vagina y sus partes exteriores se extienden a lo largo y ancho del sofá u/o cama en disposición a visualizar contenidos de baja actividad cerebral en el televisor). Cuando se me acerca Sofía, que ya llevaba una horita muy callada...

- A sí que ¿te pone la mirada de esa actriz porno? - me suelta sentándose a mi lado. Yo me la miré desconcertadísima. "Mirada + atriz porno = Belladonna. Mierda.", pensé.
Tenía una media sonrisa en la cara, ligera, sin temores. Y yo temblaba por dentro y por fuera. Me dijo que curioseó un poco y que una cosa le llevó a otra y que se leyó unas cuantas entradas. Y yo sin saber qué decir, con los brazos cruzados, mirando por la ventana, mirándola a ella, mirando a mis piés, mirando su boca, mirando otra vez por la ventana para luego volver a sus ojos. Su tono no era malo, pero me había pillado y eso, quiera o no, me dolió.

Aquí escondo cosas, algunas pocas. No tienen gran relevancia en mi vida diaria, pero me gusta rescatarlas y elevarlas. Y como el sexo es algo que me gusta mucho, muchísimo, necesito canalizarlo aquí. Y de tanto canalizarlo mi chica lo ha cogido al vuelo.

Le dije que no lo volvería a hacer más, pero ella se disculpó por entrometerse en mi vida privada. Es un sol. Un amor. No lo puedo dejar. No puedo borrar este blog. Sé que ella lo leerá de vez en cuando, aunque me diga que no se acuerda de la dirección, pero me da igual. Ella me conoce, sólo que aquí reluce una parte más oscura de mi personalidad. Esa faceta que aflora cuando estamos entrelazadas en la cama, desnudas, con las piernas abiertas, con el culo en pompa, con la boca abierta, con los ojos en blanco, con los dedos mojados, con las uñas en la almohada, con la lengua en el ano...

Ese domingo hicimos el amor unas cuantas veces. Practicamos el sexo a la hora de la siesta, mi momento preferido. Fue muy dulce. Como si no nos hubiésemos visto en mucho tiempo. Como una luna de miel. Esa misma noche salimos a una fiesta de chicas, todas las lesbianas de Barcelona en un mismo local. Bailamos muy juntas y algunas nos miraron (¿por la altura de las dos? ¿por nuestros movimientos? ¿porque les hubiese gustado apuntarse?). El caso es que podía besarla, y comerme esa boca tan deliciosa sin que ningún hombre apareciese de la oscuridad ofreciéndonos su miembro a nuestro antojo.

Yo sigo aquí y, ahora, ella ha llegado. Darle la bienvenida a mi chica que os lee y siente curiosidad por vosotros.

Nuestro piés
Playa de las Canteras, Canarias


viernes, 4 de marzo de 2011

Una y otra vez

Hoy, y ayer, y antes de ayer, me siento muy "Blue Monday", literalmente.
Así que no puedo dejar de escuchar, pero escuchar con todos los sentidos, esta canción.


Me pesan los hombros y tengo ganas de romper cosas, pero no me veo capaz de levantar los brazos. Mira al cielo desde mi ventana y me veo a mí misma con ojos de cordero degollado. Das pena tía. Fofa. Todo el día en pijama. Borde. Rancia.
Necesito una ducha. Hace demasiado frío.
Me voy a correr.

miércoles, 2 de marzo de 2011

De tanto meterme el dedo...


Antes de ayer nos hicimos el amor en silencio. Un revolcón de esos largos, pre-cena, con lametones y muchos dedos por en medio. Todo empezó de manera inocente, como siempre. Yo me puse encima de ella, entre sus piernas, y la desvestía con rapidez. Tenía muchas ganas de sus pechos rosados y calientes.

Acabamos las dos rozando nuestras barrigas desnudas y temblorosas. Ella se deslizó hasta el final de la cama, colocando su boca bajo de mi entrepierna. Y qué bien me besa, qué bien me cuida mi niña. Y cómo me vuelvo loca cuando la tengo abajo, y yo arriba. Mi clítoris se llena de sangre, se vuelve más sensible, más suave, más rosado, toda la presión baja hasta ahí. Y ella me recibe con sus labios carnosos entreabiertos, húmeda. Juega con mi clítoris, me coge de las nalgas con fuerza, clavándome sus uñas mordidas, amasando mis muslos. Y yo me retuerzo de placer.

Sin aguantarlo más me mira desde ahí abajo. La veo arquear una ceja y sonreír aún con mi clítoris pegado a su lengua. Y me mete el dedo corazón, suave. Estoy empapada. Me mira, la miro, y me mete dos dedos. Ahí arriba, donde duele, donde escuece, donde pica. Sí, sí, ahí, buscando, diciéndome "ven niña, ven... ven conmigo". Y sigue, y sigue, y... y... y... siento el escalofrío que viene desde los piés y sube por mis piernas y alcanza mi espalda y trepa por mi cuello y explota en mi cabeza.

Ahí es cuando me corrí y ella gritó conmigo. Pero gritó de dolor físico. De tanto meterme el dedo mi chica tiene una artralgia en el dedo corazón, es decir, una inflamación de de los tejidos que rodean la articulación. El diagnóstico no es mío, ni suyo, es del médico de urgencias... qué vergüenza pasamos...


Ilustración de I.Mumm de Polvos Momificados
(La imagen es una petición personal, y muy bien lograda, de mi chica y yo).