miércoles, 20 de febrero de 2008

Y seguir durmiendo


Eran las siete de la mañana. Atrás quedaba una noche larga de música y cocktails caseros. De gente por todas partes, pelucas, gafas de sol y palos de escoba a modo de micrófono. Una fiesta, vamos.

Hizo aquel ritual casi sin percatarse en su cansancio. Se lavó la cara, se desmaquilló los ojos, se puso crema en las manos y se lavó los dientes mientras hacía su último pipí del día. O el primero.
Se desnudó empezando por los piés. Se puso la camiseta promocional de Miko al revés y abrió el edredón. Amoldó su cuerpo al de él. Estaba caliente y respiraba despacio. Su pecho contra su espalda. El cansancio les pesaba a los dos, pero la atracción era inevitable. Movieron las caderas a la vez, apretándose el uno contra el otro.

- Me... gustaría entrar... y seguir durmiendo – alcanzó a susurrar casi arrastrando las palabras. Ella no dijo nada y actuó por inercia, no dudó, también quería sentirlo dentro y quedarse dormida. Despacio se quitó la horrible camiseta con la pesadez de los brazos. Él se giró e hizo rodar las braguitas por sus largas piernas. Al desnudarlo, ella rozó su miembro, muy empinado, muy abultado, muy caliente... muy tierno.
Él la abrazó, ella lo hizo con las piernas. Se besaron en silencio y ahora fue él el que se amoldó al cuerpo de ella. Entró despacio, sin apretarla, sin jadeos, sin gemidos, sin susurros. De una vez, poco a poco, más y más, hasta que llegó al final. Y ambos fueron relajando el cuerpo, pausando la respiración y dejándose llevar por Morfeo. Y así se quedaron dormidos, él dentro de ella. Y ella dentro de él.

Era la una del mediodía. Unas pocas horas de sueño, pero habían recuperado algo de energía. Ella contrajo su cuerpo, sutilmente. Estaba soñando. Él se despertó poco a poco y sintió unas ganas irremediables de salir de ella para volver a entrar, de salir, de entrar, salir, entrar, salir entrar. Salir. Entrar. Y salir. Y entrar. Se movió dentro de ella, no quería despertarla, quería follársela mientras durmiese. Pero se despertó, abrió los ojos y sonrió al ver sus pupilas dilatadas.


Imagen: autojoautofotografiado

2 comentarios:

W. Somerset dijo...

Te encuentro muy activa estos días. Intensa. Sigues acostándote a las tantas, y tienes que descansar bien para seguir escribiendo estas cosas.

El ventanal que se refleja en el ojo es precioso.

yo voy de culo. No puedo más. Quiero vacacioneeeeees!!!

muac

Anónimo dijo...

Poco mejor que un polvo un sabado al amanecer, cuando el sol despunta...medio dormidos, medio enredados con las sábanas...
Y luego, a dormitar, y a soñar si lo que has sentido lo has soñado también...