lunes, 10 de marzo de 2008

Sola, en su cama


Abre el edredón demasiado pronto. Son las ocho, las siete o las cinco y media de la mañana y se mete en la ducha. Yo me quedo en la cama, dormitando. Se despide con un beso en la frente, en la mejilla, en el hombro, en la espalda o donde pueda. Oigo el portazo, el ascensor. Oigo el silencio y las plumas del edredón. Me deshago en un sueño profundo.
Algunas veces, por no decir bastantes, me despierto cuando me doy la vuelta. Alargo los brazos, sé que no está, pero busco su rastro. Encuentro algo, entre mis piernas. Me gusta masturbarme en su cama, sola, recreándome en la noche anterior. Suspiro, me muevo, murmuro, contraigo los músculos e incluso gimo. En mi cama lo hago en silencio, pero en la suya no. Quizás sea porque quiero que el colchón se amolde a mi placer, que las paredes se impregnen de mi orgasmo y que la casa respire sexo. Así la dejo lista para esa misma noche, para cuando yo no esté y él se masturbe solo, en su cama.


Foto: Playa Guadalmar, Málaga
Verano 2008

3 comentarios:

W. Somerset dijo...

Sí. Ahora tengo definitivamente claro que estás con alguien. Llénate el bolso, los bolsillos y todo lo que puedas de sexo gustoso, tierno, rabioso, duro y del que sea. Yo me lo leeré desde aquí con los dientes afilados de envidia (sana).

Espero que no estés trabajando esta noche. Que duermas bien, pequeña.

Anónimo dijo...

Ahora me ha venido el asma a mí...
Un doctor por la sala?

Kisses!

Puta Inocencia dijo...

Que post más bonito, rebosante de sensualidad pero también de ternura.Una gozada vaya.
Beso