jueves, 28 de agosto de 2008

Hoy no he podido dejar de tocarme




Estaba tarde iba un poco fumada, como ahora, y tan solo eran las 4 de la tarde. Me he puesto cachonda calada tras calada. Para calmarme he deshecho la maleta, que ya empezaba a oler a arena gastada y una mezcla de tres tipos de crema solar. Era agradable, pero sentia en el fondo de la garganta la sal del mar. Mientras ponía ropa en la lavadora me he calmado. Suelo ponerme a lavar los platos cuando lloro por un motivo u otro y me tranquiliza coser cualquier gajo insignificante de tela cuando estoy muy cabreada. La rutina y moverme por inercia apacigua mis hormonas, serotoninas, endorfinas, adrenalinas y estrógenos, obviamente.
Cuando he visto la maleta abierta y completamente vacía me he vuelto a poner cachonda. Ya era irremediable. Me he metido en mi cuarto, he rebuscado entre mis braguitas de mercadillo y las de marca y, porfín, lo he encontrado.
Me lo regalaron dos amigos míos. Hacía tiempo que quería uno, pero no me atrevía a comprármelo. Fue hace tres años, y ya me veían algo ninfómana. Pero se equivocaron, porque desde entonces que no he cambiado las pilas. Mi Michel, en honor a Michel Brown, es rosa, grande, un poco rugoso y vibra silenciosamente en tres velocidades.
Suelo jugar mucho con el capullo. Perfectamente delimitado. Muy bonito, la verdad. Esa punta en la segunda velocidad me pone tremendamente burra. Muy burra. Es genial cuando siento cómo rozando un punto muy específico y diminuto del cuerpo mi 1'86 es capaz de retumbar y explotar de tal manera.
He jugueteado un buen rato desnuda en mi cama. Todavía oía los paletas, debían ser las 6 de la tarde. Me lo he puesto en la boca, para suavizarlo, lubricarlo con mi lengua. Y...y dentro, y fuera, y dentro, y fuera. Sabía cuales iban a ser los movimientos de Michel. Estaba excitada pero no demasiado húmeda, y aquello empezaba a escocer. Pero joder... que burra me he puesto. He oído uno de los paletas gemir de esfuerzo y en diez putos segundos estaba chorreando. Y más: y dentro, al fondo, y fuera poco a poco. Metiéndomelo dentro inclinándolo hacia arriba, aprentando ahí. Ahí. Ahí. Un poco más fuerte, arriba. Ahí.
Un poquito fuera, presionando mientras sale, y luego dentro muy poco a poco, entera. Empujando para notarla en todas las paredes. Otra vez fuera, lentamente, girando un poco. Y cuando el capullo pasa por ahí arriba, justo ahí y un pelín a la derecha, apreto, fuerte hacia arriba. Fuerte, sacando y repasando, con fuerza. Ahí... ahí. Justo ahí. Ahí.

Ahí. Ahí... ay... ah... ah...

Me he corrido muy agusto. He gemido y he explotado desdel el fondo. Vaya gustazo.
He disfrutado un poco más de la comodidad de la cama, con Michel en una mano, las piernas abiertas y la sangre caliente bailando dentro de mis venas. Qué subidón. Me encanta correrme. Y prefiero cuando me corro sola. En compañía también lo consigo, pero no llego a disfrutar del verdadero placer: justo después de tener el orgasmo, esa paz interior y exterior. Esa fuerza centrípeda de tranquilidad.
He acabado en la ducha, agua templada casi demasiado caliente. Me ha gustado ver el vapor del agua lamer mi cuerpo tostado. Me he divertido poniéndome jabón dentro de la marca del bikini. Frotar un poco y otra vez. Perdidamente cachonda. Así que he pasado a fría, me he desenredado el pelo y me he calmado. Mientras me secaba he visto mis pezones en el espejo señalarme inquisitivamente, en plan: "mira niña, como no te corras de una vez por todas te vamos a hacer daño, ¡puta!" Me he puesto crema en todo el cuerpo, generosamente. Hoy no he podido dejar de tocarme, coño.
He cenado un poco de sandía, una Damm negra y un porrito. Pero estaba viendo una película que plagiaba a la Cenicienta, y me he vuelto a poner cachonda. Me he tocado los labios y estaban muy calientes. Los he abierto un poco y... una lágrima cayó en la arena... ay... que en la arena cayó mi lágrima.

Así que lo mejor que me espera ahora mismo es irme a la camita, como una niña buena y a contar orgasmos saltar por encima de una polla rosa. Porque los días sensitivos son para sacarles partido.

Good night.


Málaga
agosto 2008

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Prefieres correrte sola porque aún no has probado a correrte con Michel y conmigo, jajaja.

El porrito de después.... compartido.... sabe mejor ;)

Pablete dijo...

Los días sensitivos y los que no lo son.... aprovechar todos a topo...amén.

El porrito me sienta mal, ¿puede ser un cigarrillo normal??

Un beso y un lametazo....

Shan dijo...

¿1:86? Ufff, madre mía. con lo que me ponen las chicas altas...

Niña, me encanta leerte, nos lo cuentas con todos los detalles pero a la vez haces que quede elegante... y mi imaginación vuela, claro... el porrito, la ducha, la crema, la cama... todo muy evocador. Por cierto, ¿qué es eso de que prefieres correrte a solas? ¿no te relajas del todo con otra persona al lado? Bueno, sí, claro; a veces pasa. Un besazo.

Belén dijo...

jajajajaja, y tanto nena...

el mio se llama guille jajaja que manía con eso de ponerles nombre no?

Besicos

Dorada dijo...

Ai Belén, si yo te contara...
No sólo nosotras le ponemos nombre. Me he topado con cada señorito que llamaba a su herramienta de tal forma que daba hasta cosica tocársela.

Anónimo dijo...

jo-der

José Ignacio dijo...

"Los días sensitivos son para sacarles partido."

Gran frase.