viernes, 21 de enero de 2011

Condón rojo


Ahí estaba yo caminando por uno esos interminables transbordos de una línea de metro a otra en Barcelona, volviendo a mi casa de un brunch con unos amigos, algo fumada, cuando veo un condón rojo en el suelo. Sí, un preservativo, usado o no, en medio de esa estación de la zona con más clase de la ciudad. Un profiláctico desolado, olvidado, perdido entre tacones de aguja, maletines, abrigos largos, trajes y calvicies devidas al estrés.
Seguí mi camino e intenté recordar cuándo fue la última vez que tuve un condón en las manos. Me metí en el metro, cinco paradas, y llego a casa. Y seguí haciendo memoria. "¿2006? No... ¿Olivier? Ui no, eso es del 2008, por lo menos... ¿Marc? Que va, hubo alguien después..." me esmeré en recordar pero no podía. Como esa laguna que planea sobre tu cabeza tras una noche de alcohol y otras sustancias. No había manera, no conseguía ordenarlos y ubicar el preservativo en su sitio.
Y de tanto pensar en ello, ensimismadísima, me pasé de parada. Sí, tal cual. Me olvidé del condón y de mi parada. Y ahí estaba yo, bajándome Dios sabe dónde, y volviendo sobre mis pasos.

Qué vergüenza. Y digo vergüenza porque me he pasado de parada tres veces en mi vida. Dos de ellas por cuestiones puramente intelectuales: una hace muchos años, en primero de carrera, absorta en la lectura de Una soledad demasiado ruidosa de Bouhmil Hrabal; y la otra, por la misma época, completamente sumergida en El país de las últimas cosas del genial Paul Auster. Y la tercera debido a un despiste de hermanas, ahí estábamos las dos hablando y hablando de algo tan importante que acabamos en la Vall d'Hebrón.
Y esta era la cuarta vez que me pasaba de parada: por intentar recordar cuándo y con quién fue la última vez que utilicé una goma.

Ya en la línea correcta y la dirección correspondiente, seguí con mi particular fijación: ¿quién? "El holandés errante no porque es de antes de Marc... uf, qué pequeña la tenía el holandés... y qué barbara más larga... ¡Ui, qué bien! ya no me tengo que preocupar de las barbas..." y así hasta que llegué a mi parada. Bajé, algo despistada y me dí de bruces con alguien. "Perdona, perdona..." me dijo una voz de chico joven. Pasó por mi lado y se metí en el vagón. Lo miré, y me recordó a alguien. Las puertas del metro se cerraron, seguí hacia delante, y me giré. Él me miraba desde dentro y me sonreía. Yo no, no por nada, sino porque no sabía a quién me recordaba.
Y como una revelación digna de Buda en su ascensión al nirvana, mi mente se despejó y lo vislumbré todo. Las dos dudas: ese chico se parecía a Alex, mi "cerdako". Y fue con él con quién utilicé mi último preservativo. Fue una tarde-noche de domingo de octubre, en su piso, como siempre. Hacía tiempo que no lo veía y me apetecía su carne tersa y musculosa. Nos magreamos en el sofá. Tenía unas abdominales perfectas, no estaban marcadas, pero al tacto se sentían duras. Sus pectorales resplandecían bajo un vello fino algo rojizo. Sus pecas, esparcidas por todo el cuerpo, se encendían cuando se ponía cachondo. Y me levantó del sofá hasta el pasillo. Y me apoyó contra la pared, y nos besamos, y me comió una oreja, y luego la otra. Corrimos hasta la cama, porque así era él, "me gusta follar en la cama", me decía. Pues vayamos, tú primero, por favor.
Me desnudó con fuerza y decisión, diciéndome cosas obscenas a la oreja. Por eso era, y será, mi "Cerdako". Un chiquillo auténtico con un pene muy bonito. Algo curvado y con una de las mejores erecciones que he visto. Estábamos completamente en cueros y él se levantó a por uno de sus preservativos. Normalmente se lo ponía él, pero esa vez, no sé porqué, le dije que me dejase hacerlo a mí. Me alargó el sobrecito, lo abrí con los dedos y saqué el condón.

Y cuál fue mi sorpresa, entonces y ahora, que el condón era de color rojo.

Google imágenes

2 comentarios:

i.mumm dijo...

Acabo de descubrir tu blog por una autentica casualidad. Y me ha gustado. Tienes una forma de escribir suelta y rápida. Me he leído 3 entradas en un momento.... pero quiero mas, así que amenazo con volver. Besos momificados

W. Somerset dijo...

Es como si te hubieras despertado después de un año durmiendo...

I'm happy.