martes, 18 de enero de 2011

Muertes y entierros

No quiero volver trágica, pero se ha muerto alguien cercano a mi familia. Concretamente mi abuela y necesito desahogarme.

Mi relación con ella era especial. Especial en el sentido de que no era normal. En el sentido de que yo no jugaba el papel de "nieta" ni ella el de "abuela", aunque siempre había luchado por ello. No me caía bien, no me demostraba amor sincero o, al menos, a mí manera. Ni tampoco a mis hermanos. Pero me cuesta reconocer que su pérdida me ha dolido.

Le he deseado la muerte en más de una ocasión. Incluso ideé un plan para acabar con ella. Pero jamás pude. La Muerte vino a por ella. Se me adelantó.
Ahora, unos días después, me repongo de la devastadora imagen de un entierro. Algo que jamás había visto y que me parece la situación más macabra que había imaginado.
¿Cómo el hombre desea ver estas cosas? ¿Qué nos aporta observar cómo una caja se introduce en un agujero en el suelo? Quizás sea mi vertiente más periodística que aflora como escudo a mis propios sentimientos, pero creo que los entierros no deberían ser necesarios. O, al menos, ante los familiares.
Uno debería morir donde quisiese, o donde hubiese caído muerto. Unos profesionales deberían recoger el cuerpo, introducirlo en una caja y enterrarlo en el suelo. O, mejor, incinerarlo. Y punto. La familia en su casa, llorando su muerte, su no-presencia.

La muerte es una mierda y yo no estoy preparada para vivirla de más cerca.



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